Radios comunitarias de software libre al servicio de las luchas populares e indígenas en Oaxaca
Por Mayu Ruiz Rull
Volume 24, Number 2, Don’t Be Evil
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Las comunidades indígenas de México son un sector de la población históricamente olvidado en cuanto al acceso a servicios básicos tales como la salud, la educación, el agua potable o la electricidad. Muchas de ellas habitan en zonas rurales aisladas, a las que se llega a través de carreteras sin asfaltar o solamente a pie. Por tanto, el acceso a las redes de comunicación y a la tecnología es muy limitado, y la llamada brecha digital está lejos de cerrarse. Debido a su sencillez y su capacidad para desafiar las barreras geográficas, la radio ha sido y sigue siendo el principal medio de comunicación de estas poblaciones.
Las primeras radios comunitarias fueron creadas en los años sesenta a través de procesos organizativos en las comunidades, ante la necesidad de realizar contenidos propios y participativos allá donde las empresas privadas de telecomunicaciones no querían llegar por falta de rédito económico. Surgidas de lógicas diferentes a las del mercado, las radios comunitarias afirman el derecho a la libertad de expresión, utilizan las lenguas originarias, y fortalecen así la identidad de los pueblos—su diversidad lingüística y cultural. En Oaxaca, estado al sur de México donde conviven oficialmente dieciséis pueblos originarios, las poblaciones indígenas superan el millón cien mil habitantes, poco más del treinta y dos por ciento del total.1 Son los pueblos originarios quienes, a lo largo de los años, han preservado la abundancia de recursos naturales en sus territorios y ahora son hostigados por parte de corporaciones multinacionales extractivistas.2 En este sentido, las radios comunitarias tienen especial importancia en el contexto de resistencia constante: dan voz a las comunidades afectadas ante la falta de representación y la homogeneidad de contenidos en los medios mexicanos, estrechamente vinculados con la casta política—una realidad investigada por el proyecto Media Ownership Monitor México.3
Oaxaca, año 2006: las radios y el estallido social
La importancia de las radios comunitarias en la articulación de luchas sociales se hizo patente durante el estallido social de Oaxaca en 2006, que no hubiera sido posible sin ellas. Ese mes de mayo 20,000 maestros de la sección veintidos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación iniciaron una huelga, estableciendo un campamento en el zócalo de la ciudad de Oaxaca de Juárez. Reclamaban más recursos para el gremio y apoyos básicos a su alumnado. Tales maestros eran en su mayoría pertenecientes a escuelas rurales y empobrecidas, donde el sector magisterial adopta a menudo un papel intermediario entre comunidades aisladas y los órganos del gobierno. El gobierno se negó a negociar y la Policía Federal Preventiva (PFP) desalojó con violencia la acampada la madrugada del 14 de junio. Radio Plantón, la estación radiofónica desde la que el magisterio estaba informando de la huelga y donde recibía llamadas de apoyo, también fue blanco de la FPF. Sin embargo, la cobertura de esta radio sobre el desalojo provocó una rápida movilización popular, apoyada masivamente por diversos sectores de la población y con la exigencia principal de destituir al gobernador del estado, Ulises Ruiz Ortiz. En los siguientes meses, esta y otras radios comunitarias serían los canales de comunicación que articularían las convocatorias de protesta e informarían en tiempo real y de forma colectiva sobre los ataques represivos del Estado contra las movilizaciones.4
Tras la marcha más grande de la historia de Oaxaca, en la que 300,000 personas—organizaciones, sindicatos, asociaciones civiles y comunidades indígenas—confluyeron en las calles en contra de la represión, la corrupción y el autoritarismo, se creó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). A través de Radio Plantón, de regreso a la estación de Radio Universidad, la APPO organizó la toma pacífica de multitud de edificios gubernamentales con el objetivo de impedir el ejercicio de las funciones y provocar así la destitución del gobernador. Un grupo de mujeres llegó a tomar las instalaciones del Canal 9, una emisora de televisión estatal, y empezó a emitir desde ellas ante la negativa a que se les cediera un espacio en el que explicar su punto de vista, indignadas ante la campaña de contrainformación y criminalización de la APPO lanzada por las dos principales televisoras de México—Televisa y Azteca TV. Tres semanas después de la toma, la policía destruyó, en plena noche, la torre de transmisión. El movimiento de la APPO tomó esa misma noche otras doce estaciones de radio.5 Con ellas se pudo organizar la autodefensa que seguiría a la intensificación de la represión estatal: ante ataques de los cuerpos policiales y el desplegamiento del ejército, los vecinos y vecinas de la ciudad de Oaxaca levantaron y mantuvieron barricadas para defender los barrios durante los cinco meses en que duró la huelga de los maestros.
Las radios comunitarias afirman el derecho a la libertad de expresión, utilizan las lenguas originarias, y fortalecen así la identidad de los pueblos.
La brutal represión y persecución a los activistas, la negativa del gobierno a negociar y su campaña de desprestigio acabó por crear tensiones entre las diversas organizaciones movilizadas y dividir al movimiento magisterial. Tras un balance de veinte personas asesinadas durante el conflicto, 366 personas detenidas y 381 heridas, finalmente aceptaron la propuesta de mínimos del gobierno para cumplir con sus demandas gremiales iniciales, causando mayores rupturas en la APPO.6
Junto a la oleada represiva de la PFP, el 2006 estuvo también marcado por el supuesto fraude electoral nacional y por los sucesos de Atenco, aspectos que generaron una conciencia popular que aún resuena en el imaginario colectivo de Oaxaca y de todo México.7 Ante la tendenciosa cobertura mediática oficial y a partir del experimento de apropiación de los medios de comunicación, las radios comunitarias tuvieron un fuerte auge organizativo: se fortalecieron las que ya existían y surgieron nuevas experiencias dentro de una cultura de periodismo popular y activista que, al igual que Radio Plantón, continúa hasta la actualidad.
El software libre y la apropiación tecnológica de los pueblos indígenas
El año 2006 sirvió también para extender la filosofía del software libre. Muy unida a los medios libres e independientes, la cual venían abordando activistas del movimiento “punk” y libertario, la radio “pirata” Ke Huelga, creada tras la huelga estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1999, así como el movimiento antiglobalización del momento. La red global participativa de periodismo independiente Indymedia, creada durante las protestas en contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, ayudó a difundir el software libre y la posibilidad de soberanía tecnológica que implica. Dentro de un marco muy limitado de recursos tecnológicos y casi nulo acercamiento a la tecnología en general, los y las activistas buscaban herramientas de comunicación útiles y querían que éstas fueran democráticas y ajenas al corporativismo y las empresas privadas. La tecnología basada en este concepto cumple con cuatro principios que son cuatro libertades prohibidas por las empresas del mercado: libertad de ejecución de un programa, libertad para estudiar el código en el que se basa y poder modificarlo, libertad de distribuir copias del programa y libertad de publicar versiones modificadas. Poder contar con programas sencillos sirvió para solventar la falta de recursos económicos pudiendo reutilizar equipos de transmisión disponibles aunque fueran antiguos, con poca capacidad y baja velocidad de procesamiento. Finalmente, permitía no depender de empresas multinacionales a las que pagar licencias para acceder a herramientas tecnológicas que incluyen sistemas de espionaje y almacenamiento de datos de los usuarios.
Junto a la difusión de fanzines y CDs con paquetes de instalación de programas pensados para radios comunitarias, el concepto se extendió entre diversidad de actores del cambio social: los maestros de la Sección 22, el Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM) o las Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO). La Casa Autónoma Solidaria Oaxaqueña de Trabajo Autogestivo (CASOTA), espacio autogestionado de la capital de Oaxaca tomado en 2007, fue un espacio de encuentro para multitud de colectivos e individualidades con sus respectivas luchas y proyectos independientes. Las personas interesadas en los medios de comunicación libres empiezan a participar ese año en el evento de software libre gratuito más grande de Latinoamericana, el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISOL), con la idea de difundir su uso en todos los ámbitos ante la creciente presencia de la tecnología.8 Desde entonces tanto activistas autónomos como organizaciones establecidas se dedican a capacitar la creación de radios magisteriales y comunitarias en diferentes poblaciones indígenas. A menudo con transmisores ingeniados a partir de conocimientos básicos de electrónica y manuales descargados de internet, fabrican servidores autónomos, simples y replicables para no depender ni del gobierno ni de las infraestructuras a manos de las empresas y a la vez salvaguardar la privacidad de los contenidos.
Permitía no depender de empresas multinacionales a las que pagar licencias para acceder a herramientas tecnológicas que incluyen sistemas de espionaje y almacenamiento de datos de los usuarios.
Las protestas en Oaxaca llamaron la atención de activistas fuera del país que se involucraron en la organización de las radios comunitarias compartiendo sus conocimientos de hardware y software libre. Free Radio Berkeley de California mandó cuarenta transmisores de radio a través del proyecto Tupa que se construyeron para uso comunitario a través de talleres de capacitación colaborativos en los que participó la activista Loreto Bravo, de vuelta a Oaxaca tras una estancia en Estados Unidos por razones de la represión.9 Bravo fue también una de las difusoras en del paquete de distribución de software libre dedicado especialmente a radios comunitarias llamado Etertics – desarrollado por Javier Obregón para la radio argentina El Libertador y que empezó a difundirse través de redes de afinidad por toda América Latina – y parte de Libera tu radio, una red de personas vinculadas a movimientos sociales, radios comunitarias y software libre que contribuye a fortalecer centros de producción de América Latina que han migrado hacia el software libre o están en proceso de hacerlo.10
La participación de activistas internacionales en la revuelta social del 2006 contribuyó a ampliar la cobertura de la radio a través de internet para audiencias fuera del país, si bien el internet sigue siendo deficiente en gran parte de la geografía del estado. En los últimos años se ha empezado a experimentar la creación de redes descentralizadas con el sistema operativo de software libre para enrutadores Libremesh, como alternativa a los servicios convencionales de las grandes teleoperadoras.
Radios comunitarias, ¡presentes!
Según Loreto Bravo, pese a que existen muchos desafíos que enfrentar, la radio comunitaria es un medio muy dinámico y en constante movimiento, que se ha ido adaptando al uso de las tecnologías digitales y a la fusión de distintas maneras de crear contenido y de difundirlo (usando redes sociales o transmisión en streaming). Algunas de las dificultades que enfrentan las radios comunitarias surgen del hecho de que muchas comunidades suelen quedarse sin electricidad durante días, o que tengan poco alcance a la señal de radio. Los mayores problemas, sin embargo, son la falta de recursos económicos para subsistir y las agresiones que sufren por ser una herramienta clave en la organización de la defensa del territorio, y en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos.11
Donde muchas radios persisten en que no deben pedir permiso para ejercer su derecho a la libertad de expresión, otras emprenden, para protegerse, los dificultosos trámites para conseguir una licencia tras la reforma de la Ley de telecomunicaciones y radiodifusión en 2014, que abrió la posibilidad de acceder a concesiones de uso público y social. Es el caso de Radio Bëë Xhidza Aire Zapoteco, en la población de Santa María Yaviche en la sierra Juárez de Oaxaca, que desde su inicio en 2006 sigue funcionando completamente con software libre.12
La mayoría de comunidades indígenas usan principalmente la radiodifusión para comunicarse entre ellas a través de la difusión de saberes, problemáticas y experiencias de los pueblos que no tienen cabida en los medios de comunicación comerciales. En tiempos de pandemia, la radio comunitaria ha servido donde no llegaba la información oficial para explicar medidas de protección y distanciamiento a tomar, así como compartir el estado de salud de los miembros y remedios caseros entre la comunidad. El alcance es local y su audiencia varía entre poblaciones de 700 a 50,000 personas, calcula Loreto Bravo, pero su gran número ayuda a fortalecer proyectos de autonomía y formas de vida autosuficientes previas incluso a la conquista. El movimiento de radios comunitarias, según la activista, se vincula y contribuye a impulsar empresas comunales que los pueblos originarios de Oaxaca desarrollan desde los años 60 para la gestión comunitaria de sus recursos.13 De esta lógica surgió en 2009, a partir de la radio comunitaria de Talea de Castro en Sierra Juárez, la empresa sin ánimo de lucro Rhizomática para proveer un servicio de instalación de redes de telefonía celular comunitarias.14
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Referencias
- Comisión Nacional de los Derechos Humanos México, “Informe Especial sobre los Hechos Sucedidos en la Ciudad de Oaxaca del 2 de Junio de 2006 al 31 de Enero de 2007”: 4, 31 de Enero, 2007.
- Laura R. Valladares de la Cruz, “El asedio a las autonomías indígenas por el modelo minero extractivo en México”, Iztapalapa Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, año 39, no. 85 (julio 2018): 103-131.
- “Media Ownership Monitor Mexico”, última modificación 28 de Marzo, 2019, http://mexico.mom-rsf.org/es/.
- Jill Friedberg, Un poquito de tanta verdad, (United States-Mexico: Corugated Films, 2007), 92 min, https://vimeo.com/ondemand/unpoquitodetantaverdad.
- Hermann Bellinghausen, “Tras ser atacada, tomó la APPO 12 radiodifusoras en Oaxaca”, La Jornada, 22 de Agosto, 2006, https://www.jornada.com.mx/2006/08/22/index.php?section=sociedad&article=042n1soc.
- Comisión Nacional de los Derechos Humanos México, “Informe Especial sobre los Hechos Sucedidos en la Ciudad de Oaxaca del 2 de Junio de 2006 al 31 de Enero de 2007”. 31 de Enero, 2007.
- International Amnesty, “Oaxaca, clamour for justice”, 31 de Julio, 2007, https://www.amnesty.org/download/Documents/AMR410312007ENGLISH.PDF; Ana Gabriela Rojas, “Caso Atenco: CorteIDH sentencia a México por violencia sexual, violación y tortura a 11 mujeres”, BBC News, 21 de Diciembre, 2018, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46656044.
- “FLISOL”, https://flisol.info/.
- “Project TUPA”, https://radiotupa.org/index.html.
- “Libera tu radio”, https://liberaturadio.org/.
- Asociación Mundial de Radios Comunitarias, México, “Segundo informe sobre la situación de la radiodifusión comunitaria en México. Informe Julio 2012 a Junio 2014”: 24-27, 40-48.
- “Radio Bëë Xhidza Aire Zapoteco”, https://colectivoxhidza.org/radioairezapoteco/.
- José Gasca Zamora, “Gobernanza y gestión comunitaria de recursos naturales en la Sierra Norte de Oaxaca”, Región y Sociedad vol.26 no.60 (2014)
- “Rhizomática”, https://www.rhizomatica.org/.