¿Green New Deal desde arriba o desde abajo?
Por Sergio Belda y Victoria Pellicer
Volume 23, number 2, People’s Green New Deal
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Desde distintas instancias en todo el mundo nos convocan a abrazar un flamante y necesario nuevo pacto verde como solución irrenunciable a la crisis climática. Este llamamiento se hace también por parte de actores poderosos: entidades transnacionales, gobiernos y responsables políticos (no solo de orientación progresista),1 grandes cabeceras periodísticas,2 exitosos financieros y dirigentes de grandes corporaciones3 o intelectuales de alcance global4 emplazan a un gran pacto que nos garantizará un futuro no solo verde y sostenible, sino realmente dichoso.
Según este pacto, las soluciones a los problemas de sostenibilidad que estamos sufriendo están al alcance de nuestra mano, a la vuelta de la esquina. Todo el mundo estaría de acuerdo en el futuro verde y soñado que queremos y en cómo alcanzarlo. Tenemos la receta, la tecnología y la capacidad. Solo necesitamos la voluntad, unión e inversión suficientes.5
Las imágenes de este mundo verde y soñado las conocemos. Las soluciones que ofrece deleitan los sentidos y la imaginación: campos verdes, infinitos y súper-automatizados en los que crecen productos orgánicos y respetuosos que coparán los estantes ilimitados de los supermercados; un mundo libre del sacrificio animal gracias a la carne impresa en 3D en restaurantes, fábricas o incluso estaciones espaciales;6 coches eléctricos autónomos que llenan amplias autopistas inteligentes7 y que han sido al fin expulsados de los centros urbanos históricos, plenamente dedicados ahora al paseo peatonal entre franquicias globales que ofrecen menús sostenibles para todos los bolsillos;8 energía producida por majestuosos aerogeneradores eléctricos que traen nueva prosperidad a las llanuras de Iowa, Texas o Nebraska y obtienen nuevo rendimiento de los océanos;9 en las ciudades, enormes rascacielos acristalados de apartamentos inteligentes sobre hermosos tapices verdes y en el campo, viviendas unifamiliares excepcionalmente cómodas y amplias pero plenamente sostenibles gracias a su inteligente diseño;10 acceso ilimitado a través de nuestro móvil a todos los bienes y servicios imaginables, con la tranquilidad de que se nos ofrecen sin producir residuo alguno que no sea valorizado posteriormente (o cuyo impacto ambiental ha sido incorporado en el coste y compensado); y, en todo momento, la tranquilidad personal de que podremos monitorizar nuestra salud las 24 horas del día mediante dispositivos portátiles que no solo no dejarán de cuidarnos sino que abrirán un nuevo y enorme mercado.11 Imágenes, al fin y al cabo, que muestran el encuentro entre sostenibilidad, tecnología, inteligencia, nuevos mercados y prosperidad. Imágenes que nos deben hacer ver el nuevo gran pacto verde no como una amenaza a nuestro actual estilo de vida, sino como el camino para salvar a la vez nuestra forma de vivir, nuestro planeta, nuestro bienestar individual y nuestro sistema capitalista.12
Desde el núcleo del poder se dice que este gran pacto debe darse en todos los países y llegar a todas las personas y grupos sociales.13 La diferencia y la diversidad, así, por fin se diluyen en un futuro de sostenibilidad, al abrazar todas las culturas y territorios el mismo camino y las mismas inaplazables soluciones.
Apoyar este pacto es sencillo, ya que solo hay que dejar hacer a quien sabe hacer: hay que confiar en los responsables políticos valientes que, desde distintas ideologías (al fin y al cabo, en la sostenibilidad estamos todas de acuerdo) tienen la voluntad de actuar; hay que aplaudir a los emprendedores iluminados que encontrarán los modelos de negocio adecuados para acelerar los cambios empleando las fuerzas del mercado; hay que incentivar con más compras los esfuerzos de las corporaciones de fast food o fast fashion que abrazan la sostenibilidad y que darán el impulso necesario a todo esto; hay que dar «me gusta» a filántropos, influencers, celebridades y estrellas del rock con conciencia verde, que serán la vanguardia, la voz y la cara de los nuevos tiempos. Quien no se sume a este pacto al que se nos invita desde arriba bloquea el futuro, reniega del progreso. Lo bueno es que es un pacto de sentido común, así que… ¿Quién podría estar en contra?
Hay mucha gente que cree en la necesidad de un nuevo pacto verde, pero que no se quiere sumar a un enésimo pacto liderado desde el poder. En cambio, esta gente propone otro pacto alternativo, quizá menos visible y espectacular, pero también más interesante, vivo, profundo, sincero y transformador. Es un pacto que sí estaría literalmente a la vuelta de la esquina, en nuestras calles, pueblos, barrios, azoteas, jardines, lugares de estudio, ocio y trabajo.
Es un pacto verde pero no tan nuevo. Es un pacto que desde siempre han firmado entre sí las personas para crear, intercambiar y consumir lo que necesitan, y para entenderse, encontrarse y cuidarse mutuamente, pero que ahora encuentra nuevas formas y estrategias. Es, por ejemplo, el pacto que firma la gente que forma parte de Som Energia, una cooperativa de consumo de energía verde con más de 65.000 personas socias y que provee electricidad a más de 113.000 hogares y organizaciones en todo el territorio español. La cooperativa abastece de energía de fuentes sostenibles, apoya proyectos locales de producción renovable de energía y moviliza y presiona para promover el fin del oligopolio y la transformación del modelo energético.14 Som Energia crea un pacto que pone en el centro los valores cooperativos, lo colectivo y lo común, ya que genera distintas formas de propiedad y gestión compartidas; la descentralización política y económica, ya que desarrolla y dispone medios financieros, técnicos, organizativos y políticos para generar proyectos comunitarios de producción de energía; la movilización, la reflexión y el compromiso de la gente, ya que abre espacios de participación, de intercambio y de acción para transformar el modelo energético.15 Crea un pacto basado en la colaboración solidaria y el trabajo en red, ya que comparte conocimientos y experiencias con otras iniciativas que están construyendo la transición energética desde abajo. Crea un pacto inclusivo y justo, que trata de abordar las situaciones de pobreza energética y garantizar el derecho a la energía. Crea, en fin, un pacto radicalmente democrático, que se basa en la construcción del ejercicio del poder directo por parte de la gente al avanzar en la desmercantilización de los derechos, de los bienes comunes y de la vida.
Una infinidad de ejemplos similares recorren todos los sistemas y lugares por todo el mundo. Sin pretender ser exhaustivos, podemos destacar también:
- cooperativas o grupos de consumo agroecológico de alimentos en los que las personas se auto-organizan en sus barrios y pueblos para establecer relaciones de confianza y apoyo mutuo con agricultores locales para proveerse sin intermediarios de alimentos sanos y variados;16
- monedas sociales gracias a las que las personas intercambian al margen del mercado al tiempo que reconocen el valor de las otras personas y el suyo propio;17
- viviendas cooperativas que desmercantilizan el suelo y la ciudad al tiempo que proveen de techo y de vida comunitaria;18
- formas de movilidad con vehículos de uso compartido basadas no solo en lo sostenible sino en lo común;
- iniciativas en el mundo digital que comparten código, datos, redes e infraestructuras relacionadas con Internet, no solo para que haya más conocimiento, sino para que su producción y acceso sean más libres, abiertos y democráticos.19
Quizá la imagen que proyectan estas iniciativas no es tan brillante y vistosa como la del tecno-sueño del pacto verde desde arriba. En realidad, la democracia radical, la autogestión, la propiedad compartida, la diversidad, la austeridad voluntaria, el diálogo, la participación, la reflexión y la deliberación, la ayuda mutua y la justicia no siempre quedan tan bien en las fotos como los artefactos y las ciudades high-tech.
Este pacto desde abajo es un pacto definitivamente distinto al pacto que se propone desde el poder. No pone en el centro solo la tecnología sino también la transformación de otros múltiples ámbitos de los sistemas socio-técnicos y socio-ecológicos: las relaciones y los patrones de organización; los valores y las visiones; los esquemas de producción, intercambio y consumo. No sitúa como única fuente de conocimiento válido el conocimiento científico estandarizado, sino también el conocimiento embebido en las personas y territorios, esto es, no solo el conocimiento que puede dar lugar a una impresora 3D de proteínas, sino también, por ejemplo, el conocimiento campesino que puede permitir producir alimentos sanos para la comunidad, respetuosos con el territorio y con su historia.
El pacto verde desde arriba tiene como base el discurso único, la aceptación incontestable, la lógica tecnocrática que anula la política. Se muestra por ello a sí mismo como evidente y carente de alternativa. En cambio, el pacto desde abajo reconoce y asume la naturaleza intrínsecamente compleja, contradictoria, política y problemática de los procesos de cambio social. Si desde arriba se pone en el centro la solución y la certeza, el pacto desde abajo pone en el centro el proceso, la duda y la pregunta. Si desde arriba el pacto se basa en la acción obediente como simples personas votantes y consumidoras, el pacto desde abajo tiene como principio la libertad (o, mejor, la liberación). Por ello, sumarse al mismo no implica aceptar, sino tomar partido, participar, involucrarse y confrontarse.
La literatura científica ha abordado los procesos desde abajo a los que nos referimos como auténticos procesos de innovación, eso sí, de innovación comunitaria, colectiva y sustentada en las miradas, necesidades y deseos de las personas y los territorios.20 Aunque mucho de lo que se hace en estas alternativas no es en absoluto nuevo, sí generan un mundo nuevo y más justo en los márgenes de los modelos dominantes.21 Generan espacios alternativos donde se experimenta y se ensaya bajo una lógica distinta la forma de producir, intercambiar y consumir.
Estos proyectos e iniciativas no solo sueñan, sino que anticipan, prefiguran y de hecho ya contienen el mundo radicalmente distinto que ha de venir. Los sueños high-tech, en cambio, son sueños vacíos.
Los actores poderosos no miran con miedo sino con simpatía a las iniciativas desde abajo: para el poder no son una amenaza sino prácticas «inspiradoras», fuente de energía e ideas que el mercado puede incorporar (quizá a través primero de la acción de vanguardia de los «emprendedores sociales»). Son iniciativas encantadoramente radicales que nos recuerdan que hay que ser un poco rebeldes. Pero sabemos que se trata de dos caminos distintos: el pacto desde arriba no es el mismo pacto que se está construyendo desde las personas organizadas en el territorio.
En cualquier caso, es necesario y es posible un pacto amplio. Pero debe ser un pacto desde abajo, un Green New Deal de la gente. Esto no significa un pacto excluyente, sino al contrario: a este pacto de la gente se pueden y deben sumar personas de la política y de las instituciones, intelectuales, personas de la ciencia, quizá personas del mundo de la economía… pero para ello es necesario que se rompan otros viejos, oscuros y ancestrales pactos entre élites, entre gobiernos, corporaciones, ciertos círculos científicos e intelectuales y otros actores poderosos. Solo así se puede apostar por un pacto amplio que permita iniciar una transición hacia la sostenibilidad y la justicia liderada por la gente, que desconcentre el poder, democratice las relaciones sociales y desmercantilice la vida.
En fin, como personas ciudadanas, profesionales, votantes, científicas, gestoras, tomadoras de decisiones, debemos saber qué posición tomamos: si nos sumamos sumisamente a los pactos verdes propuestos desde arriba y que perpetúan el sistema o si contribuimos a construir un New Green Deal de la gente que dé lugar a un mundo alternativo y radicalmente democrático, un mundo que ya es posible.
References
- Como ejemplo paradigmático, la Comisión Europea está siendo muy activa en el lanzamiento de su European Green Deal como respuesta a la crisis climática.
- Como ejemplo, el diario Expansión (líder de la prensa económica en España), ha apoyado la creación de un Green New Deal en España como forma de conseguir la transición energética frenando el radicalismo de ciertos grupos y partidos de izquierda. Miguel Ángel Patiño, «Teresa Ribera frena con su ‘New Green Deal’ el radicalismo energético de Podemos», Expansión, 10 de enero, 2020.
- Ignacio Galán, presidente de Iberdrola (primer grupo energético español y uno de los cuatro mayores del mundo), junto con dirigentes de otras grandes corporaciones globales, ha mostrado su apoyo al Green New Deal. Ver Europa Press, «Galán [Iberdrola] espera que el ‘Green Deal’ incentive la inversión y premie apuesta por economía ‘verde’», 11 de diciembre de 2019.
- Ver, por ejemplo, Jeremy Rifkin, The Green New Deal: Why the Fossil Fuel Civilization Will Collapse by 2028, and the Bold Economic Plan to Save Life on Earth (New York: St. Martin’s Press, 2019).
- Por ejemplo, el popular intelectual Yuval Noah Harari ofrecía una cifra concreta de inversión: «¿Se puede adivinar cuánto costará prevenir un cambio climático catastrófico? El número mágico es el 2%. Eso es todo. Si invertimos el 2% del PIB mundial en el desarrollo de tecnologías e infraestructuras, es suficiente para prevenir un cambio climático catastrófico». Guillermo Altares, «Yuval Noah Harari: ‘La mejor defensa contra los patógenos es la información’», El País, 22 de marzo de 2020.
- Ver Gareth Rubin, «How do you like your beef… old-style cow or 3D-printed?», The Guardian, 10 noviembre de 2019. Como artículo científico se puede consultar Arianna Dick Bhesh Bhandari y Sangeeta Prakash, «3D printing of meat», Meat Science 153 (2019): 35-44.
- Ver «Smart Road Technology: Paving The Way To The Future. Smart transportation». Como fuente científica se puede consultar Chai K. Toh, Julio A. Sanguesa, Juan C. Cano y Francisco J. Martinez, «Advances in smart roads for future smart cities», Proceedings of the Royal Society A 476 (2020): 20190439.
- Las mayores franquicias de comida rápida globales han lanzado ambiciosos anuncios para reducir sus emisiones de CO2, como McDonald’s. Estos han sido celebrados por distintos medios. Por ejemplo, Elizabeth Sturcken, «I’m Lovin’ It: McDonald’s Exemplifies A Sustainability Leader», Forbes, 30 marzo de 2018.
- Brian Merchant, «In the future, will wind turbines be everywhere?», Howstuffworks.
- Ver Amory B Lovins, «How big is the energy efficiency resource?». Editorial IOPScience.
- Olshansky, S. Jay, Bruce A. Carnes, Yang Claire Yang, Norvell Miller, Janet Anderson, Hiram Beltrán-Sánchez, and Karl Ricanek. «The future of smart health», Computer 11 (2016): 14-21.
- El Financial Times definía recientemente la discusión en la izquierda sobre el Green New Deal como un debate entre salvar el capitalismo o avanzar en una agenda oculta para alcanzar el socialismo: John McTernan, «The left must decide which Green New Deal they want», Financial Times, 15 febrero de 2020.
- Puede verse, por ejemplo, el llamado del Foro Económico Mundial, en el que actores muy diversos apoyaron la creación de «pactos verdes» por todo el mundo sobre la base de una misma agenda política: «Striking a Green ‘New Deal», World Economic Forum, grabado el 23 de enero de 2020.
- Se puede encontrar un análisis detallado de la historia, funcionamiento y estrategia de Som Energia en Sebastià Riutort Isern, «Reapropiación popular de la energía en los albores de una transición incierta. Una contribución a partir del análisis de caso de Som Energia», Tesis doctoral, Universitat de Barcelona, defendida 21 diciembre de 2015.
- Para un análisis más detallado de Som Energia como espacio de aprendizaje y movilización, ver Victoria Pellicer-Sifres, Sergio Belda-Miquel y Alejandra Boni, «Learning, transformative action, and grassroots innovation: insights from the Spanish energy cooperative Som Energia», Energy Research & Social Science 42 (2018): 100-111.
- En comunidades de todo el mundo encontramos numerosas formas alternativas de acceder a alimentos locales y de manera justa para los productores y para el entorno, tales como mercados de venta directa de productos campesinos, cooperativas de compra directa o esquemas de venta de cajas de verduras. Este último esquema, por ejemplo, tiene una gran difusión en países como el Reino Unido: Rejina Sabur-Cross, «Should I get a veg box?», BBC Good Food. Estas experiencias están además generando redes en múltiples lugares. Por ejemplo, en Italia, Genuino Clandestino es una red de comunidades y agricultores que desarrollan prácticas alternativas, tales como distintas formas de venta directa o esquemas de certificación participativa (basados en la relación directa entre personas productores y consumidoras), alternativos a los excluyentes sellos oficiales: A. Koensler, «Reinventing Transparency: Governance, Trust and Passion in Activism for Food Sovereignty in Italy«, Ethnologia Europaea. Journal of European Anthropology, 48(2018), 50-66.
- En el mundo existen miles de monedas sociales o comunitarias. Tienen en común ser sistemas monetarios de cercanía basados en la confianza y la reciprocidad, aunque existen tipos muy distintos. Entre ellos, los bancos de tiempo se basan en el intercambio empleando como divisa el tiempo empleado en proveer de algún servicio a otra persona; las redes de trueque generan monedas propias para intercambiar; las monedas locales, por su parte, se pueden «comprar» con moneda de curso legal y están más orientadas al apoyo del comercio local de proximidad. Ver Geoff Milgan, «How community currencies could help rebalance our economy», The Guardian, 28 junio de 2016.
- En varios países han alcanzado grandes dimensiones las formas de construcción y propiedad compartida de vivienda que facilitan el acceso y evitan la especulación. Por ejemplo, en Uruguay aproximadamente 30.000 familias (en torno al 2,65% de la población) viven en viviendas construidas por el movimiento cooperativo. Este ha generado una forma masiva de acceso a vivienda para las clases populares, además de generar procesos de ayuda mutua, inclusión y participación: Jennifer Duyne Barenstein y Michael Pfister, «The Professionalization of a Social Movement: Housing Cooperatives in Uruguay», Built Environment 45:382-397 (2019). En Europa encontramos ejemplos también muy celebrados como el modelo Andel de Dinamarca (bajo cuyo régimen funciona el 30% de las viviendas de Copenhague, aunque se encuentra actualmente en proceso de cambios profundos hacia un modelo de acceso más elitista) y el Mietshäuser Syndicat en Alemania, con menos importancia cuantitativa pero más fuertemente autogestionario: Lacol y La Ciudad Invisible. Habitar en Comunidad (Madrid: La Catarata, 2018).
- De este movimiento formaría parte, por ejemplo, el entorno hacker, compuesto por todos los individuos que emplean la tecnología y la informática desde la perspectiva de poner la información y el conocimiento al alcance de cualquier persona, con acciones que pueden ir de la creación de un sistema operativo a poner a disposición pública información de interés. Como señala Pekka Himanen en su célebre obra The Hacker Ethic and the Spirit of the Information Age (Random House e-books, 2001), el movimiento hacker habrían desarrollado una ética propia basada en el valor social, el libre acceso, la transparencia, la franqueza y el procomún.
- Ver, por ejemplo, Sergio Belda Miquel y Victoria Pellicer Sifres (ed.), Innovación social colectiva: Experiencias para la transición a la sostenibilidad desde la ciudadanía organizada (Barcelona: Icaria, 2019), o Gill Seyfang y Adrian Smith, «Grassroots innovations for sustainable development: Towards a new research and policy agenda», Environmental politics 16.4 (2007): 584-603.
- Para un análisis teórico y empírico sobre la cuestión de la innovación y la justicia en estas experiencias, ver Sergio Belda Miquel, Victoria Pellicer Sifres y Alejandra Boni, «Exploring the contribution of grassroots innovations to justice. Using the capability approach to normatively address bottom-up sustainable transitions practices», Sustainability 12.9 (2020): 3617.